Mientras la Tierra y la Luna continuaban firmes en el espacio cercano al Arca, una crisis inesperada golpeó la capital lunar, Lunaris. La gran bomba de agua que extraía el preciado líquido del subsuelo lunar y abastecía a la capital, así como a todas las granjas e invernaderos que la sustentaban, sufrió una grave avería. Una pieza esencial se rompió y, para desgracia de los lunares, no tenían recambios disponibles.
La noticia se propagó rápidamente a través de Lunaris, causando pánico entre los ciudadanos y los agricultores. Sin agua, la capital enfrentaba una sequía inmediata y una posible hambruna a corto plazo. Las autoridades lunares, lideradas por La General Irina Volkov y el Comandante Viktor Orlov, se reunieron de emergencia para abordar la situación.
—Necesitamos esa pieza de inmediato —dijo Volkov, su voz cargada de urgencia—. No podemos permitir que Lunaris se quede sin agua. Esto podría desestabilizar toda nuestra sociedad.
Orlov, analizando las opciones disponibles, sugirió una solución desesperada.
—Podemos pedir ayuda a la Tierra. Tienen los recambios necesarios, aunque hacerlo nos pone en una posición vulnerable.
Con la situación volviéndose crítica, los lunares enviaron una petición formal a la Tierra, solicitando comprar la pieza de recambio. La respuesta terrestre llegó rápidamente, y no fue la que los lunares esperaban.
En una videoconferencia urgente, la Presidenta Amara D’Souza y Alexander Hawke se dirigieron a Volkov y Orlov.
—Estamos dispuestos a proporcionar la pieza que necesitan —dijo D’Souza, su tono intransigente—, pero solo bajo una condición: deben cancelar su viaje a Marte.
Hawke, con su habitual pragmatismo, añadió:
—Entendemos que la situación es difícil, pero no podemos permitir que tomen Marte sin resistencia. Esta es nuestra oferta, tómela o déjela.
De regreso en la Luna, Volkov y Orlov reunieron al consejo de líderes lunares para debatir la propuesta terrestre. La sala estaba llena de tensión, con cada líder consciente de las graves implicaciones de su decisión.
—Es un chantaje descarado —dijo Volkov, golpeando la mesa con frustración—. No podemos permitir que la Tierra nos dicte nuestros movimientos.
Orlov, más conciliador, propuso una solución intermedia.
—Podemos intentar una negociación. Ofrecerles algo más a cambio de la pieza, pero sin renunciar a nuestro viaje a Marte. Mientras tanto, podemos transportar agua desde otras ciudades lunares en camiones, aunque será un proceso complicado y costoso.
La decisión fue tomada después de un intenso debate. Los líderes lunares rechazaron la propuesta terrestre de cancelar su viaje a Marte, calificándola de inaceptable, a pesar de ser conscientes del daño que podría causar a los habitantes de Lunaris. Decidieron intentar una negociación diferente con la Tierra, ofreciendo otros incentivos pero manteniéndose firmes en su misión a Marte.
Volkov y Orlov enviaron un nuevo mensaje a la Tierra, proponiendo términos alternativos para obtener la pieza de recambio. Sin embargo, la respuesta terrestre fue igualmente firme y definitiva. La Presidenta D’Souza, con el respaldo de Hawke y otros líderes terrestres, se negó a considerar cualquier oferta que no incluyera la cancelación del viaje a Marte.
—Nuestra posición no cambia —reiteró D’Souza—. No negociaremos sobre este punto. Si desean la pieza, deben cancelar su misión a Marte.
Con las negociaciones en un callejón sin salida, los lunares se prepararon para enfrentar las duras consecuencias de su decisión. Comenzaron a transportar agua desde otras ciudades lunares en camiones, una operación logística masiva que exigía recursos y coordinación precisos. Mientras tanto, sus ingenieros trabajaban día y noche intentando replicar la pieza defectuosa.
La población de Lunaris, consciente de la gravedad de la situación, se unió en un esfuerzo colectivo para conservar agua y mantener la calma. La determinación de Volkov y Orlov, junto con el sacrificio de los ciudadanos, se convirtió en un símbolo de la resistencia lunar ante la adversidad.