En un mundo devastado por seres voladores de velocidad inigualable, la superficie se convirtió en un campo de muerte. La humanidad, resiliente y astuta, se refugió en las profundidades, tallando sus hogares en la roca y creando una red de túneles que conectaban ciudades subterráneas y pequeños pueblos. Aquí, en las entrañas de la tierra, encontraron una paz extraña, ya que los monstruos no podían penetrar su refugio subterráneo.
Pero la tranquilidad de Elena, una joven inteligente y decidida, se rompió un fatídico día cuando su mascota salió a la superficie. Sin pensar en el peligro, Elena la siguió, y sin que ella lo supiera, su hermano pequeño, Mateo, también la siguió. Al darse cuenta de su presencia, Elena intentó regresar para protegerlo, pero un ser volador los atacó brutalmente. En un giro de suerte, se cayeron por un barranco y encontraron refugio momentáneo, pero su situación seguía siendo precaria, forzándolos a alejarse cada vez más de su hogar.
Tras días de huida, otro monstruo los encontró. Justo cuando la esperanza parecía desvanecerse, un joven fuerte y valiente, Lucas, intervino, salvándolos y llevándolos a su hogar en una pequeña gruta en un acantilado. Allí, un pequeño grupo de supervivientes los recibió con alegría, deseando que se quedaran para fortalecer su comunidad.
Sin embargo, Elena y Mateo anhelaban su hogar. Comprendiendo su deseo, Lucas y su amiga de toda la vida, Claudia, decidieron ayudarlos a regresar. En el peligroso viaje de vuelta, una atracción surgió entre Elena y Lucas, despertando los celos de Mateo y Claudia. Una noche de pasión y conexión entre Elena y Lucas solo complicó más las emociones del grupo.
Finalmente, llegaron a su hogar. Lucas, aunque enamorado de Elena, decidió regresar a su comunidad, prometiendo que volvería a verla lo más pronto posible. La despedida fue agridulce, llena de promesas y esperanzas en un mundo donde la supervivencia era un acto diario de valentía y amor.
