En un tiempo más allá de la memoria, los dioses caminaban entre los mortales, gobernando con poderes que desafiaban la comprensión humana. Pero su reinado fue interrumpido cuando los más sabios entre ellos vieron la necesidad de proteger a la humanidad de sus propios creadores. Así, los dioses fueron encerrados en una prisión celestial, oculta entre las constelaciones, donde sus pasiones y poderes no podrían dañar al mundo de los hombres.
Sin embargo, el equilibrio se rompió cuando Thor, el dios nórdico del trueno, con su fuerza y furia, rompió las cadenas que lo ataban. Su descenso a la Tierra fue el primero de muchos, marcando el inicio de una era de caos. Con cada dios que escapaba, un nuevo desastre se desataba: Anubis traía sombras y misterio, Cernunnos revivía la naturaleza olvidada, Hestia encendía la llama del hogar y la familia, Loki tejía redes de engaño y Set invocaba tormentas de arena y viento.
Pero no todos buscaban el dominio o la destrucción. La Diosa de Cantabria, cuyo corazón puro y justicia inquebrantable la habían llevado a ser encarcelada injustamente, descendió como un suspiro de alivio. Su llegada fue un bálsamo para las heridas abiertas por sus hermanos divinos, y su bondad se extendía como un manto protector sobre la tierra que llevaba su nombre.
Mientras los dioses malignos desataban su furia, la Diosa de Cantabria trabajaba en silencio, sanando y protegiendo, siendo la única luz en la oscuridad que amenazaba con consumir el mundo. Su presencia era un recordatorio de que, incluso entre los dioses, existía la bondad, y que la esperanza nunca estaba completamente perdida.
Esta es la historia de su caída, el comienzo de una saga que cambiaría el destino de la humanidad y los dioses por igual. Una historia de poder, pasión y la eterna lucha entre la luz y la oscuridad.