La saga continúa con la aparición de una deidad olvidada, cuyo nombre susurra con el viento a través de las hojas de los árboles antiguos: Cernunnos, el dios celta de la naturaleza, la fertilidad y la vida animal. Su figura es la de un hombre robusto con cuernos de ciervo, ojos profundos como la tierra y una presencia que invoca la esencia misma de la naturaleza salvaje.
Cernunnos emerge en un mundo donde el hormigón y el acero han reemplazado a los bosques y los ríos. Sin embargo, en las grietas de la civilización, en los parques y reservas naturales, en los jardines y en los rincones olvidados, él encuentra su santuario. Su llegada no es violenta como la de Thor, ni sigilosa como la de Anubis, sino una integración gradual, un despertar de la conciencia verde que había estado latente en la humanidad.
Con cada paso que da, la flora y fauna responden, floreciendo y prosperando. La gente comienza a notar cambios: las plantas en sus hogares crecen con vigor inusitado, los animales urbanos se vuelven menos temerosos, y hay un aire de tranquilidad que contrarresta el caos dejado por Thor y la sombría influencia de Anubis.
Cernunnos no busca subyugar a la humanidad, sino recordarles su lugar dentro del ciclo natural. Él enseña, a aquellos dispuestos a escuchar, las antiguas canciones de la tierra, los ritmos de las estaciones y el respeto por todas las formas de vida.
La historia de Cernunnos es una de armonía y renacimiento, un contrapunto a la destrucción y el misterio de sus predecesores divinos. Es un relato que invita a la reflexión sobre el impacto de la humanidad en el mundo natural y la posibilidad de un futuro donde la tecnología y la naturaleza coexistan en equilibrio.
Esta nueva adición a la saga, “Crepúsculo de los Dioses: El Despertar de la Antigüedad”, ofrece una visión esperanzadora, un capítulo donde la sabiduría antigua se entrelaza con la modernidad para forjar un camino hacia la coexistencia pacífica y el entendimiento mutuo entre lo divino y lo humano.